‘LAZZARO FELIZ’ / La cineasta Alice Rohrwacher retrata las nuevas formas de explotación en esta película, Premio al Mejor Guion en el Festival de Cannes y Premio Especial del Jurado en Sitges. www.cinesrenoir.com

La nueva película de la cineasta Alice Rohrwacher, Lazzaro feliz, es una singular mezcla de cine de denuncia y humor, con la que se alzó con el Premio al Mejor Guion en la pasada edición del Festival de Cannes y muy recientemente con el Premio Especial del Jurado en el Festival de Sitges.

Homenaje a los campesinos que no llegaron a tiempo a la modernidad, por ella desfilan justamente unos trabajadores del medio rural que viven sometidos voluntariamente a los caprichos y exigencias de un aristocracia que resulta todavía, en estos días del siglo XXI, absolutamente feudal.

“Es la historia de una santidad menor, la de la virtud de vivir en este mundo sin pensar mal de nadie y simplemente creer en los seres humanos”

Adriano Tardiolo, magnífico, es el actor protagonista de la película, en la que le acompañan Alba Rohrwacher, Sergi López y Natalino Balasso, entre otros. Con ellos, la cineasta cuenta la historia del encuentro entre Lazzaro, un joven campesino tan bueno que para algunos es un tanto soso, y Tancredi, un joven noble arrogante que se aburre en su vida.

Éste vive  en la Inviolata, una aldea que ha permanecido lejos del mundo, controlada por la marquesa Alfonsina de Luna. Los dos personajes sellan su amistad cuando Tancredi organiza su propio secuestro y pide ayuda a Lazzaro. Esta relación sincera y alegre es una revelación para Lazzaro. Una amistad tan preciosa que le permitirá atravesar el tiempo y viajar a la ciudad, en busca de Tancredi.

“Quería mostrar un mundo donde la explotación es grotesca y rudimentaria, que llega a su fin y se transforma en uno nuevo, donde la explotación es más brillante y atractiva”

“Es la historia de una santidad menor, sin milagros, sin poderes o súper poderes. Sin efectos especiales. Es la virtud de vivir en este mundo sin pensar mal de nadie y simplemente creer en los seres humanos. Porque otro camino es posible, el camino de la bondad, que los hombres siempre han ignorado, pero que siempre reaparece para cuestionarles. Algo que pudo haber sido pero que ni nos atrevimos a desear”, dice la directora y guionista.

“Quería usar las aventuras de Lazzaro para contar, lo más amablemente posible y con amor y humor, la tragedia que ha devastado a mi país, a saber, el paso de una Edad Media histórica a una edad media humana: el final de la civilización rural, la migración a los límites de la ciudad de miles de personas que no conocían nada de la modernidad y su incapacidad para sobrevivir –añade la cineasta-. Un mundo donde la explotación es grotesca y rudimentaria, que llega a su fin y se transforma en uno nuevo, donde la explotación es simplemente, más brillante y atractiva”.