Sábado, 20 Abril 2024
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“Amo a cualquier persona que pueda hacer una película”

Lejos de la producción de los grandes estudios de Hollywood se ha dibujado un camino diferente, un recorrido alternativo para el cine estadounidense. Habitual en Europa, especialmente en los países donde no existe una industria cinematográfica potente, es en EE.UU., precisamente por su absoluto dominio en este terreno, donde esta forma de producción se convierte en excepcional. Y es allí también donde mejor se ha sabido, no sólo exprimir la marca, sino también aprovechar una estética y una forma de hacer menos rígida que la del cine convencional, aunque muchas veces se encuentre ligada a los principales estudios. Los herederos, dignos herederos, del auténtico cine independiente existen. Pequeña Miss Sunshine, de Jonathan Dayton y Valerie Faris, es uno de estos títulos que ha conservado la marca de autor. Ahora, la pareja de directores repite fórmula con la nueva Ruby Sparks.

Aprovechando este estreno, rendimos un pequeño, mínimo homenaje, a los genuinos cineastas independientes que buscaron sus propias fuentes de financiación para poder hacer sus películas en completa libertad. Jim Jarmusch es uno de los nombres más emblemáticos del cine independiente en aquel país. Lo es por su tesón, por ser uno de los pocos cineastas que ha conseguido ser el propietario del 100 por 100 de sus películas. Junto a él, destacan nombres como los de John Cassavetes, Tom Dicillo, Abel Ferrara, John Waters, Todd Solondz, Hal Hartley…  y de otros, como Spike Lee, Robert Altman, los hermanos Coen, Kevin Smith o Quentin Tarantino, que dieron sus primeros pasos por este sendero y han sabido mantener el sello personal dentro de la industria establecida.

'Shadows’, John Cassavetes (1959)

Primera película de Cassavetes (“amo a cualquier persona que pueda hacer una película”), éste la hizo para trabajar con los actores, alumnos de sus talleres en Nueva York, sin pensar en un principio en exhibirla. Pidió dinero a su familia, a sus amigos y a los oyentes del programa radiofónico Night People Story (2.000 personas aportaron cada una un dólar). En EE.UU. no consiguió que la distribuyeran, pero con ella ganó el Premio de la Crítica en Venecia y el honor de ser considerado el pionero del cine independiente en su país.  Ben Carruthers, Lelia Goldoni y Hugh Hurd encabezaban el reparto de esta historia de una pareja interracial, con la que el cineasta retrata los problemas personales y los añadidos por ser de raza negra en Nueva York en los cincuenta.

‘Pink Flamingos’, John Waters (1972)

Rodada con un presupuesto de 10.000 dólares, en Baltimore, es una de las películas de culto de John Waters y el título que lanzó al cine a la drag queen Divine (su amigo de la infancia Glenn Milstead). Robo de bebés, camellos de heroína en los colegios, parejas de lesbianas que compran a los niños, delincuentes, voyeurs… conviven en esta delirante historia, en la que los personajes principales viven en una caravana que tiene en la entrada dos flamencos rosa de plástico.

‘Bajo el peso de la ley’ (‘Down by Law’), Jim Jarmusch (1986)

Tercer largometraje de Jim Jarmusch, la película –rodada en blanco y negro- estaba protagonizada por Tom Waits, Lohn Lurie y Roberto Benigni, tres presos que escapan de una cárcel de New Orleans. Un disc jockey, un proxeneta y un turista italiano, la película se detiene en las relaciones entre los personajes mientras huyen por los pantanos de Louisiana. Divertida y con una cámara pausada, la historia no se centra en la fuga, sino en las discusiones y conversaciones de estos tres tipos.

‘Johnny Suede’, Tom DiCillo (1991)

Es la primera película como director de DiCillo y, aunque no es la mejor, es divertido descubrir en ella a grandes actores, como el protagonista, Brad Pitt, con un tupé inaudito y obsesionado por conseguir unos zapatos de gamuza y convertirse en una estrella del rock. Con él estaba Catherine Keener en otro papel principal y en algunos pequeños secundarios aparecían Samuel L. Jackson y Nick Cave. La película se rodó en Brooklyn en 30 días y ganó el Premio del Jurado del Festival de Sundance en 1992.

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