Jueves, 25 Abril 2024
Reportajes

El Cine y la Noche

La noche, aquella a la que Goethe definió como “la mitad de la vida y la mejor mitad”, ha sido evocada por los artistas para mostrarnos los escondites de nuestra conciencia: la oscuridad, el encuentro de lo misterioso y lo prohibido, o los secretos que guardamos incluso para nosotros mismos, han jugado en el cine un papel tan protagonista como el de las grandes estrellas. Y es que la atmósfera acogedora de la noche introduce a los personajes y al espectador en un estado donde la letargia se encuentra más despierta que nunca.

Decía un gran conocedor de las horas veladas, el fotógrafo húngaro Brassaï, que “la noche nos encuentra y nos sorprende por su extrañeza; ella libera en nosotros las fuerzas que, durante el día, son dominadas por la razón”, ¿de qué otra forma si no podría haberse enamorado Scarlett Johansson de Bill Murray en Lost in Translation? Sofia Coppola sabía que la noche convierte el movimiento en conocimiento de uno mismo, algo que la mano suave de Claire Denis consiguió a través de Laura, la protagonista de la intimísima obra Viernes noche, o Steve McQueen recientemente en Shame con Michael Fassbender. Porque, en ocasiones, nuestro viaje hacia dentro comienza por el descubrimiento del otro, por el hallazgo de una persona en la que encontramos el amor gracias a la sensible privacidad que maestros como Wong Kar-Wai recrean en sus películas: los ritmos lentos y reflexivos, la selecta banda sonora y el hondo calado emocional de los personajes son lugares comunes de los poetas nocturnos.
 “No creo que el sol exista en este lugar, porque yo llevo horas y horas despierto y aquí la noche nunca termina
La ciencia ficción, consciente de que la noche abre la puerta a la creación de mundos infinitos, también ha recurrido a ella abarrotando las calles de Los Ángeles por las que transitaban los replicantes de Blade Runner, recreando los suburbios de un célebre cómic como Sin City, haciendo explotar el Parlamento británico con nocturna premeditación como Guy Fawkes en V de Vendetta o perpetuando la oscuridad hasta consumir a John Murdoch, extenuado protagonista de Dark City, quien llega a exclamar: “No creo que el sol exista en este lugar, porque yo llevo horas y horas despierto y aquí la noche nunca termina”. Y es que si Murdoch ansiaba ver salir el sol, todo lo contrario le ocurría a Gil Pender, un peculiar escritor encarnado por Owen Wilson, que se sumergía en una vida de ensueño cuando las doce campanas sonaban en Midnight in Paris; exactamente igual que les sucedía a las pequeñas Satsuki y Mei cuando se encontraban con su entrañable amigo Totoro.
Sin embargo, aunque la noche despierta nuestras fantasías y, en palabras de Carlos Fuentes, “nos hace creer que nada tiene principio y nada, fin”; también ha representado la parte tenebrosa del ser humano. Los demonios se mueven entre sombras, como Robert Mitchum en La noche del cazador M, el vampiro de Düsseldorf. Por eso canallas como El buscavidas jugaron sus mejores partidas de billar tras la puesta de sol mientras un avispado Woody Allen conquistaba a Diane Keaton en el puente iluminado de Manhattan, por eso los delincuentes se despiden de noche antes de redimir sus pecados al estilo Monty Brogan en La última noche. Porque si hablamos de despedidas, ¿cómo olvidar a Humphrey Bogart y a Ingrid Bergman dándose el adiós en un aeropuerto africano en blanco y negro? Porque si hablamos de despedidas en blanco y negro, ¿podría marcharme de otra forma que no fuera deseándoles Buenas noches, y buena suerte?
 

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