Concha de Oro en el Festival de Cine de San Sebastián y Premio del Jurado al Mejor Guion, la nueva película de François Ozon es una brillante maquinaria construida con piezas de la realidad y la ficción, con la que el cineasta habla de la inspiración y de la creación y reflexiona sobre el papel del espectador.

Fabrice Luchini y Ernst Umhauer protagonizan este filme, un fascinante juego entre un profesor y su alumno, inspirado en la obra El chico de la última fila, del dramaturgo Juan Mayorga. Con la película, el cineasta se adentra en su propio territorio, el de la creación, y se plantea, a través de sus personajes, las obsesiones de un narrador, la independencia que pueden o no cobrar los personajes y las historias, la intrusión en las emociones ajenas, las distintas miradas de los espectadores y la fuente de inspiración.

Germain y Claude

Germain es un profesor de Francés acostumbrado a la desidia de sus alumnos, pero que un día descubre el talento sorprendente de uno de ellos.  Se trata de Claude, un chico de dieciséis años que se ha colado en la casa de uno de sus compañeros para encontrar la inspiración para los deberes de esa asignatura. Ambos comienzan entonces a disfrutar de cierta complicidad. Mientras el profesor va guiando al alumno en el desarrollo de esa narración que ha comenzado, éste se va obsesionando con la familia que le sirve de modelo para su historia. François Ozon construye su película con la realidad de ambos personajes y de esa familia y con la ficción que el joven ha empezado a escribir. Así, el director y guionista obliga al espectador a preguntarse las mismas cosas que se preguntan Germain y Claude y a decidir si lo que están viendo sigue en su plano de fantasía o de realidad.

Estimular la imaginación

“El guion fue concebido para aumentar la participación del público, para estimular la imaginación y hacernos participar en la historia. Faltan algunas piezas, y según progresa la película, la diferencia entre la realidad y lo que escribe Claude es cada vez más difícil de discernir”, dice Ozon, que consigue auténtico suspense con una historia de la rutina diaria.

"El guion fue concebido para aumentar la participación del público, para hacernos participar en la historia"

Lo que Germain espera con tanto anhelo en cada entrega de Claude no es más que la vida normal de una casa, de una familia. “Me di cuenta de que el verdadero reto consistía en hacer de la normalidad algo fascinante: los problemas del padre en el trabajo, su obsesión por China; la pasión del hijo por el baloncesto y su afecto hacia Claude; el aburrimiento de la madre y sus sueños de decoración. Quería convertir estas cosas ordinarias en extraordinarias, contándolas y filmándolas para que la tensión incrementase”.

La soledad del creador

A medida que Claude avanza en su relato y su obsesión va haciendo descubrimientos. Uno de ellos es el de la soledad del creador, la forma en que un escritor se encuentra solo ante el mundo que está inventado, ante la ficción que construye paso a paso. “Claude descubre la soledad y la exclusión al escribir, pero encuentra consuelo y apoyo en Germain”, explica Ozon, que reconoce que se siente identificado con la relación entre ambos personajes. “Si algunos profesores significaron algo más para mí, fue porque hubo un auténtico intercambio, no me sentí totalmente subordinado. Lo descubrí bien avanzada mi educación, cuando ya sabía que quería ser cineasta. Me ocurrió con profesores como Joseph Morder, Eric Rohmer y Jean Douchet. Alimentaron, alentaron y confirmaron mis instintos, incluso a pesar suyo”. Dirección: François Ozon. Guion: Franóis Ozon, sobre la obra de Juan Mayorga. Producción: Eric y Nicolas Altmayer. Fotografía: Jérôme Almeras. Montaje: Laure Gardette. Música: Philippe Rombi. Reparto: Fabrice Luchini, Ernst Umhauer, Kristin Scott Thomas, Emmanuelle Seigner, Denis Ménochet, Bastien Ughetto, Jean-François Balmer, Yolande Moreau y Catherine Davenier. Distribuidora: Golem. Estreno: 9 de noviembre.