‘TODOS A UNA’ / Vianney Lebasque se inspiró en el engaño de la selección de baloncesto española en los Juegos Paralímpico de Sidney de 2000 para hacer esta película. www.cinesrenoir.com

En los Juegos Paralímpicos de Sidney 2000, la selección española de baloncesto incluyó en el equipo a diez jugadores que no tenían ninguna discapacidad. En la final se enfrentaron al equipo ruso que también era sospechoso de lo mismo. “Y nadie tuvo realmente interés en desvelar el escándalo”.

“Resulta ya muy difícil promover el deporte para los discapacitados. En el año 2000, era la primera vez que los atletas con discapacidades compartían la misma villa con los no discapacitados. Pero no había nadie en las gradas... Afortunadamente, eso está cambiando”, dice Vianney Lebasque, director de Todos a una.

“La dificultad era abordar el tema de la manera más sutil posible: entretener realmente, pero con sinceridad, sin vulgaridad”

Con Ahmed Sylla, Jean-Pierre Darrousin y Olivier Barthélémy en los papeles principales, la película cuenta la historia de cómo para no perder la subvención de la federación, un entrenador forma un equipo de baloncesto con falsos discapacitados mentales, y así poder participar en los juegos paraolímpicos de Sidney en el año 2000.

Siete parados desencantados y dos verdaderos jugadores minusválidos forman el equipo que vuela para Australia. Los farsantes van a tener que convivir con los demás atletas, compartir el alojamiento y los vestuarios. El cinismo y la arrogancia de éstos van a confrontarse con la pasión y el esfuerzo de los demás atletas.

“Recibí cartas de niños enfermos que me decían que les había ayudado a luchar contra la fatalidad, y que les había dado fuerzas”

“Me he inclinado por la comedia para dirigirme a un público amplio, incluidos los jóvenes que podrían, espero, cambiar su visión de la discapacidad. La dificultad era abordar el tema de la manera más sutil posible: entretener realmente, pero con sinceridad, sin vulgaridad, sin dejar de ser lo más exigente posible, entre la comedia y el drama. Desde el guion hasta el montaje, mi obsesión fue siempre la de nunca burlarme: ‘Reírnos con, nunca reírnos de’”.

“Después de mi primera película –añade el director-, recibí cartas de niños enfermos que me decían que les había ayudado a luchar contra la fatalidad, y que les había dado fuerzas: si una película puede servir para esto, tienes que ser aún más honesto al escribirla, sin ninguna mezquindad y sin un estúpido y malvado final feliz”.