‘EN TIEMPOS DE LUZ MENGUANTE’ / Matti Geschonneck vuelve a los días de la caída del Muro de Berlín con esta película protagonizada por el gran actor Bruno Ganz. Adaptación del libro de Eugen Ruge. www.cinesrenoir.com

“Nunca conocí a un stalisnista real”, afirma el actor Bruno Ganz, que da vida en esta película de Matti Geschonneck precisamente a un comunista radical, un ciudadano de la desaparecida Alemania del Este, la RDA, en su noventa cumpleaños, cuando todos excepto él son conscientes de la inminente caída del régimen.

En tiempos de luz menguante, adaptación al cine del libro de Eugen Rugen, es la historia de Wilheim, un alto mando del Partido Comunista de la República Democrática Alemana, y de la celebración de su noventa cumpleaños rodeado de su familia, sus vecinos y los antiguos compañeros de partido.

“La utopía eufórica del comunismo resultó ser una ilusión. Los hermosos sueños fueron mano a mano con el sufrimiento, la agitación interna y la violencia tiránica”

Todos los que acuden a la fiesta le entregan flores y le hacen regalos y ninguno insinúa todo lo que está pasando en el exterior, donde la caída del régimen es inminente. Es el otoño de 1989, el Muro de Berlín está a punto de caer, el cambio está ahí, pero ni siquiera Kurt, el hijo de Wilheim, se atreve a contarle que su nieto Sascha acaba de pasarse a Alemania Occidental.

Los actores Alexander Fehling, Angel Winkler, Sylvester Groth y Stephan Grossmann completan el reparto de esta película, en la que los personajes representan a cuatro generaciones diferentes. “Los abuelos Wilhelm y Charlotte, comunistas perennes; el hijo de Charlotte, Kurt, un historiador, desencantado después de haber sido enterrado en campos de trabajo soviéticos, pero creyendo en la posibilidad de un socialismo democrático; su esposa rusa Irina, que sirvió en el Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial; y el nieto Sascha, que acaba de escapar a Occidente y que ve la libertad individual y el socialismo como opuestos irreconciliables. Y finalmente, el bisnieto Markus, para quien la RDA seguirá siendo poco más que un recuerdo de la infancia”.

“La intención es despertar la curiosidad de historias no contadas, plantear preguntas en lugar de contestarlas”

“La utopía eufórica del comunismo resultó ser una ilusión. Los hermosos sueños fueron mano a mano con el sufrimiento, la agitación interna y la violencia tiránica. Si hay una premonición del colapso inminente, la encontramos en el personaje de Kurt”, dice el director que retrata a sus personajes como personas que “creían en un mundo justo, que lucharon por ello, dedicaron toda su vida a una ideología, y se sacrificaron a sí mismos”.

“Esto fue una vez nuestro mundo. Viví con esas personas, las experimenté –continúa-. Vale la pena contar sus historias mientras todavía estén vivos en nuestra memoria, y así podremos comprender mejor el desasosiego de nuestro tiempo. La intención no es traer de vuelta sucesos familiares del año 1989, sino despertar la curiosidad de historias no contadas, plantear preguntas en lugar de contestarlas”.