Un aire melancólico y un resultón gesto de indiferencia le han convertido en el rebelde del cine del siglo XXI. Más allá de etiquetas, Ryan Gosling es uno de los actores con más talento y más prometedores del Hollywood de hoy. Ahora se estrena Blue Valentine, el personaje más romántico de su carrera hasta el momento.

 

Muy exigente en su trabajo, Ryan Gosling se ha ganado el adjetivo de ‘interesante’ con el que le calificó una crítica del New York Times. Trabajador incansable, ha dicho que no a muchas producciones de superhéroes y personajes un poco increíbles, para centrarse en papeles de personajes conflictivos, muy humanos.   El creyente fue su primer papel protagonista en el cine. En aquella película de Henry Bean, Gosling interpretaba a una persona real, Danny Balint, un alumno de una escuela judía de Nueva York que con el tiempo se convertía en un feroz antisemita. Aquel trabajo consiguió atraer la atención de la crítica y le colocó como finalista en los Independent Spirit Awards y en los London Film Critics. Fue el empujón que necesitaba su carrera. El idilio de la crítica con el actor continuó con sus siguientes interpretaciones –The Slaughter Rule, Asesinato 1-2-3, Titanes, hicieron historia-, hasta que finalmente en 2003 consiguió su otro gran papel protagonista. La película era El mundo de Leland y en ella daba vida a un chaval encarcelado en un centro de detención juvenil después de asesinar a un niño autista, un personaje complicado como los que había hecho anteriormente. Al año siguiente encabezó el reparto de El diario de Noa, a la que siguieron Tránsito y Fracture. En 2006 consiguió una candidatura al Oscar, por su papel en Half Nelson. Al año siguiente, en 2007, hizo una de sus interpretaciones más celebradas, en Lars y una chica de verdad, con la que aspiró al Globo de Oro. All Good Things, Drive, Los idus de marzo y Crazy, Stupid, Love son otros de sus trabajos, posteriores a Blue Valentine (2010), que llega a las pantalla con un poco de retraso.