Tributo a los ochenta desde un viejo cine inglés

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‘EL IMPERIO DE LA LUZ’ / Sam Mendes rinde tributo a la música, el cine y la cultura de los ochenta en Reino Unido con esta historia ambientada en un viejo cine inglés. www.cinesrenoir.com

“Siempre estás buscando un punto en el que el pasado se vuelve más grande en lo que se refiere a su escala y a su tema y también más imaginaria que el presente. Si vuelvo la vista atrás, para mí, en este período de la historia de Inglaterra se produjo una intersección de las políticas raciales con la música y el cine que fue muy especial y nada habitual”. Son palabras del cineasta Sam Mendes, que se refiere a finales de los 70 y principios de los 80, una época extraordinariamente creativa en el cine, la música y la cultura.

Unos años y una influencia que le transformaron y que revisitó durante el confinamiento por la pandemia. “El confinamiento fue un período de intenso autodescubrimiento y reflexión para todos nosotros. En mi caso, empecé a enfrentarme a esos recuerdos con los que había estado luchando desde la infancia. Ese fue el estímulo para escribir: explorar esos recuerdos y ver si podía desbloquear algo interesante”.

El resultado es esta película, rodada sobre un guion propio y con la magnífica actriz Olivia Colman en el papel principal. Con ella, en el reparto artístico del filme se encuentran veteranos intérpretes de prestigio como Toby Jones y Colin Firth, y con ellos nombres como los de Micheal Yard, Tom Brooke o Tanya Moodie.

Un cine viejo y olvidado de un pueblo costero inglés, al comienzo de la década de los 80, acoge este relato, historia de una mujer, Hilary, que es la directora del cine. Ella libra una pelea constante con sus problemas de salud mental. En el equipo se encuentran también Stephen, un hombre que aspira a escapar del ambiente provinciano. Entre ellos se crea una bonita relación y llegan a experimentar el poder curativo de la música, el cine y el sentido de comunidad.

“Para mucha gente, su período más formativo es la adolescencia. En mi caso, ocurrió a finales de los 70 y principios de los 80: la música, las películas, la cultura pop de ese período me convirtieron en lo que soy. Fue un período de gran agitación política en el Reino Unido, con políticas raciales muy incendiarias, pero al mismo tiempo, fue un período extraordinario para la música y la cultura en general. Fue una época muy creativa, muy politizada y repleta de energía”.

Dirección: SAM MENDES. Guion: SAM MENDES. Producción: PIPPA HARRIS Y SAM MENDES. Fotografía: ROGER DEAKINS. Montaje: LEE SMITH. Música: TRENT REZNOR Y ATTICUS ROSS. Reparto: OLIVIA COLMAN, MICHEAL WARD, TOBY JONES, COLIN FIRTH, TOM BROOKE, TANYA MOODIE, HANNAH ONSLOW. Distribudora: DISNEY. Estreno: 31 de marzo de 2023.

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1 comentario

  • carmen hedo dice:

    SUERTE DEL CINE: EL IMPERIO DE LA LUZ DE SAM MENDES

    Ocurre la historia en torno al cine Empire, un edificio que ha conocido momentos más esplendorosos, que por fuera se muestra gris, desolado, decadente, triste como esa playa extensa e inacabable hacia la que mira. Por el contrario, dentro se abre a una sala enorme y majestuosa, como lo eran los cines hace treinta años: las escaleras solemnes, que parecen apuntar, infinitas, hacia el cielo; las moquetas y las cortinas y las lámparas de cristal; los empleados uniformados, que dirigen la entrada de los espectadores; en fin, la envergadura de la sala de un cine de los de antes, que preparaba al espectador para recibirlo, abriendo las puertas de sus rituales… Todo se dispone e invita al gran momento. En la parte superior de ese gran edificio hay otra sala inhabilitada, abandonada, decaída, pero que respira aún un aroma de lo que fue: la más elegante, la más alta, con mesas para tomar cócteles y, desde los ventanales, observar toda la ciudad, cerca del cielo y las estrellas. Atentos. Por un lado, el edificio del cine con sus luces y sombras, su interior y exterior. Y un poco más al fondo, como en un juego de cajas chinas, la gran sala de cine, que nos acoge como creadora de realidades paralelas, pero también como refugio cálido tanto para el público como para los propios trabajadores. Como si fuera el vientre de la tierra, como una gran madre universal que nos protege de la sociedad, de la propia vida; a veces, incluso, de nosotros mismos. Y ahí tenemos al gerente del cine, que utiliza el despacho para su encuentro extramatrimonial; y a los acomodadores; y al técnico que se encarga de pasar los rollos y de empalmarlos uno tras otro para que se vea la pantalla como la vida, en eterno e imparable fluir. Ese técnico que un día abandonó a su familia, a su hijo pequeño y se fue lejos y se metió en ese cubículo atiborrado de fotos pegadas a la pared de actores que le observan, mientras él ve la película por un cuadrilátero, encima del que tiene pegada la única foto real, la de su hijo pequeño. Quizá él también es ese niño que se ha quedado ahí, encantado, ensimismado con las películas, embebido en el detalle del oficio, enredado en esa habitación en la que respira más vida que fuera y de la que no puede huir. Y ahí tenemos, también, a la protagonista, la encargada del cine, que se esfuerza por mantenerse en el plano de la vida normalizada, a pesar de sus frenesís y de sus claroscuros mentales. Todo esto ocurre en el año 81, y hay un guiño de director (o un detalle de producción o lo que sea) cuando, junto a las escaleras del cine, vemos pegado el fotograma de la película «El hombre elefante», sin duda uno de los éxitos del año anterior. El hombre elefante…Quizá todos somos algo así, singulares; todos tenemos algo de inclasificable, de eso que no encaja, que no puede ordenarse. Y entonces llega la vida y clasifica, dirige, etiqueta; frente a ella, el cine nos acoge, nos protege, nos acompaña. Es el sugerente imperio de la luz.

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