‘COLD WAR’ / Pawel Pawlikowski firma una de las mejores historias de amor del cine. La película le valió el Premio al Mejor Director en la reciente edición del Festival de Cannes. Posteriormente, participó en Perlas en San Sebastián. www.cinesrenoir.com

Joanna Kulig y Tomasz Kot deslumbran en esta película como lo hicieron antes las grandes estrellas del cine clásico. En Cold War, una delicada pieza de arte rodada en blanco y negro, una auténtica obra maestra del cine, protagonizan a una pareja que persigue por diferentes países y en muy diversas circunstancias su amor, a pesar de resultar incompatibles uno con el otro.

Cold War es una de las mejores historias de amor del cine, un relato que trasciende la pantalla y que está inspirado en la vida de los padres del propio cineasta. “Los verdaderos Wiktor y Zula murieron en 1989, justo antes de que cayera el Muro de Berlín. Pasaron 40 años juntos de forma intermitente, rompiendo, peleándose y castigándose a ambos lados del Telón de Acero. Eran personas fuertes y maravillosas, pero como pareja eran un auténtico desastre".

“He vivido mucho y he visto muchas cosas, pero la historia de mis padres lo supera todo”, asegura Pawlikowski

La historia comienza en la Polonia comunista, muchos antes de que se levantara el Muro de Berlín, cuando en esta ciudad alemana se podía entrar y salir sin demasiados problemas. Ella es una mujer de familia tradicional que entra en la compañía de música folklórica que dirige él, mucho más refinado y culto. Zula se dedica a sobrevivir, Wiktor busca la libertad que le dará la posibilidad creativa que ansía.

“He vivido mucho y he visto muchas cosas, pero la historia de mis padres lo supera todo. Comprendí que eran los personajes dramáticos más interesantes que había conocido”, asegura Pawlikowski que confiesa que los caracteres de sus padres eran absolutamente incompatibles, no podían estar juntos, pero se echaban terriblemente de menos en cuanto se separaban”.

“La música transmite todo lo que no se dice del amor y la pérdida, de sobre lo que separa a la pareja”

Así su amor pasó de Polonia a Alemania, de ésta a París, de aquí a Yugoslavia y vuelta a Polonia. “La dificultad de la vida en el exilio, de seguir siendo tú mismo en una cultura diferente; los problemas de vivir bajo un régimen totalitario, de comportarse decentemente a pesar de las tentaciones de no hacerlo”.

Acompañada de la música folklórica polaca y del jazz de aquellos años en París, la película va recorriendo esos encuentros y desencuentros. “La música transmite todo lo que no se dice del amor y la pérdida, de sobre lo que separa a la pareja”, explica el cineasta que pone tanto empeño como en su anterior Ida –ganadora del Oscar- en trazar un hermoso relato visual.