“Para mí, esta es la película definitiva sobre la amistad”. Es la contundente declaración de la cineasta Dana Nechushtan refiriéndose a su trabajo más reciente, Solo queda la danza. Rodada sobre un guion de Roos Ouwehand, es la historia de Olga e Irma y de la relación entre ellas cuando la primera se lanza como nueva estrella del Royal Ballet.

¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar por alguien a quien amas? ¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar por un ser querido? ¿Puedes hacerte a un lado para darle a otra persona la oportunidad de desarrollar y mostrar su talento? ¿Estás realmente dispuesto a aceptar a alguien tal y como es?

Estas son las preguntas que se hace la directora Dana Nechushtan, a quien le llegó esta historia de manos del productor Frans van Gestel, de Topkapi Films. “Pensé que era un tema muy hermoso. El amor entre Olga e Irma no es sexual, es el de una compañera del alma. Eso puede ser mucho más profundo e ir mucho más allá”.

Solo queda la danza se inició como una película biográfica sobre la famosa bailarina holandesa Olga de Haas, pero las intenciones de la directora y el productor rebasaban esta intención. La realidad resultó ser una limitación, así que finalmente se apostó con conservar solamente el nombre de la bailarina real como tributo a ella.

La primera bailarina holandesa Igone de Jongh fue la creadora de las coreografías que se interpretan en la película, en la que las dos protagonistas son bailarinas profesionales. “Un fondo de danza no era lo suficientemente bueno para esta película, porque no necesariamente quería trabajar con dobles de cuerpo, lo que me limitaría a la hora de hacer una puesta en escena. El cuerpo de una bailarina de ballet clásico es en realidad imposible de imitar”.