Vuelven a la gran pantalla las tres películas de la trilogía francesa -Rojo, Azul y Blanco, de Krzysztof Kieslowski. Tres títulos que le dieron el reconocimiento mundial definitivo. Figura de referencia del cine de la Europa del Este y del mejor cine del continente, Kieslowski aceptó a principios de los años noventa el encargo de productor francés Marin Karmitz de hacer tres películas sobre la nueva Europa y que estuvieran construidas sobre los valores heredados de la Revolución Francesa. Fue el nacimiento de esta trilogía.

Azul, con Juliette Binoche, es la historia de una mujer que ha perdido a su hija y su marido y que decide intentar una vida de completa libertad. Hace todo lo posible por conseguir su propósito, pero, por supuesto, se da cuenta de que no es capaz, de que no se puede y de que es necesario el amor para seguir.

Blanco, para algunos la más polaca de las tres, es el relato de un matrimonio, un hombre polaco y una mujer francesa. Cuando la pareja se ha roto, él vuelve a su país y elige vengarse de su esposa. Los actores protagonistas de esta historia son Julie Delphy y Zbigniew Zamachowski.

Rojo, con Irène Jacob y Jean-Louis Trintignant, es la crónica de un encuentro, el de una joven modelo y un juez jubilado al que le gusta espiar las conversaciones telefónicas de sus vecinos. Aunque a ella no le gusta nada lo que él hace, no puede evitar una atracción y seguir acudiendo a visitarle.