"Había una especie de confusión y desilusión en mí”, reconoce el cineasta, que explica que esta sensación fue la base para esta nueva película. “Tenía el deseo de hacer algo que no convocara la misma brutalidad que las películas anteriores. Al igual que mis personajes, había que bajar la guardia”, dice Stéphane Brizé, que rodó este filme justo después de terminar su ‘trilogía social’.

Además, el director reconoce que la experiencia del confinamiento por la pandemia, que nos obligó a todos a poner en pausa nuestro movimiento, “fue muy desestabilizadora para individuos, como yo, que somos, que existimos principalmente a través de nuestra función social”.

“Y sin duda todos hemos sentido muy profundamente la increíble precariedad de nuestra existencia. Sin darnos cuenta, creo que todos hemos sido permeados por cuestiones muy existenciales que a veces han puesto en tela de juicio nuestras certezas”, afirma Brizé, que apunta que sus nuevos personajes son también el reflejo de este momento vital.

“Un hombre y una mujer que están llegando al final de la lógica de las decisiones que tomaron hace quince años, cuando se separaron. El hotel demasiado tranquilo y el balneario fuera de temporada con sus calles casi vacías se convierten entonces en los lugares privilegiados para que los personajes vivan este momento de consolidación interior”.

Fuera de temporada es una película en la que los personajes se cuestionan las decisiones que no tomaron o que tomaron mal en el pasado, “nos hace pensar a todos en ello, en los encuentros que nos perdimos o sacrificamos, las puertas que no empujamos, las citas perdidas, todos esos momentos de la vida en los que decidimos un camino en lugar de otro. Son estas preguntas inmensas y silenciosas de las que quería dar cuenta”.