“Un artículo sobre el quincuagésimo aniversario de un robo de arte en el Worcester Art Museum, en Massachusetts, en el que unas adolescentes se introdujeron involuntariamente en la vorágine del robo. Era una imagen divertida y esa fue, de alguna forma, la primera semilla”. Así explica la directora Kelly Reichardt cómo nació el guion de The Mastermind, una película sobre un robo de arte con la que llevaba soñando desde los 90.

Josh O’Connor, uno de los mejores actores de su generación, es el protagonista de este inusual thriller, en el que la cineasta juega con todos los elementos que caracterizaron el cine de los 70 para dar la vuelta al modelo y plantear una obra diferente.

Ambientada en un tranquilo suburbio de Massachusetts, hacia los primeros años 70, J. B. Mooney, un padre de familia desempleado y ladrón de arte aficionado, planea su primer atraco. Con el museo inspeccionado y los cómplices reclutados, tiene un plan maestro. O eso cree.

“En cierto sentido es una película sobre un atraco, pero, de alguna forma, las dinámicas con su familia y sus amistades son lo principal. Mooney va a hacer que su mundo salte por los aires y el atraco es la forma en que va a hacerlo, consciente o inconscientemente”, explica Reichardt, que ha contado también en el reparto con Alana Haim. Sterling Thompson, John Magaro y Bill Camp, entre otros.

Ambientada en los 70, la película busca encontrarse con el sonido y la imagen de muchas películas de aquella década. Para ello ha contado con la colaboración del director de fotografía Robby Müller, que se inspiró en películas como El amigo americano o Ciudad dorada.

The Mastermind explora las distintas realidades que vivimos, con genocidios y guerras en el planeta, mientras nosotros disfrutamos de una vida cómoda y con acceso al arte y la cultura. Es una reflexión sobre ello hecha “a través de Mooney, que se aferra a “la idea de que realmente puedes disociarte de lo que sucede. A mí me parece que todo mundo está mucho más conectado”.