Andrea Segre debuta con una hermosa metáfora, con la que retrata el fenómeno de la emigración y el conflicto de las identidades culturales. Ambientada en un pueblo pesquero del Véneto, la película ha conquistado premios en festivales de varios países europeos.

La actriz china Zhao Tao (Naturaleza muerta) y el actor Rade Sherbedgia (Before the Rain) componen, con sus personajes en La pequeña Venecia, una de las parejas más hermosas y creíbles del cine reciente. Ópera prima de Andrea Segre, la película es un retrato positivo y esperanzador de las relaciones humanas en el mundo de la diáspora, en el universo de la emigración, las identidades perdidas, la xenofobia y el abuso de las mafias.

Mafia y prejuicios

Shun Li es una mujer china que trabaja en una fábrica textil en las afueras de Roma. Ha dejado a su hijo con su padre en su país y trabaja incansablemente para devolver el dinero que le pide la mafia. Cuando salde su cuenta, le llevarán a su hijo con ella. Un día le dicen que tiene que irse a trabajar a un bar, en un pueblo pesquero en la laguna de Venecia. Es un bar de puerto al que acuden los pescadores de la zona. Entre ellos se encuentra Bepi, al que conocen como ‘el Poeta’. Él es eslavo, pero le ha aceptado esa comunidad, con la que ha convivido treinta años y en la que ha hecho su vida. Sin embargo, el grupo que controla a los trabajadores chinos y los prejuicios de los habitantes del pueblo ponen las cosas difíciles para Shun Li y Bepi, cuando estos comienzan una relación que los demás no ven con buenos ojos. Su vínculo es, en palabras del director, “una escapada poética de la soledad, un diálogo entre dos culturas que, aunque diferentes, no son tan distantes”.

“Tan extraña en un lugar así”

“Todavía recuerdo mi encuentro con una mujer que podía haber sido Shun Li. Fue en un típico pub del Véneto, frecuentado desde hace generaciones por pescadores locales. El recuerdo del rostro de esta mujer, tan ajena y tan extraña a un lugar así, tan marcado por el paso del tiempo y por sus costumbres, siempre me ha acompañado desde entonces. Había algo onírico en su presencia”, explica el director, que reconoce que esa imagen inspiró la historia de esta película, “todo me vino simplemente mirándola. ¿Qué tipo de relaciones podía ella forjar en una región como la mía, tan poco acostumbrada al cambio? Esa pregunta fue el punto de partida para intentar imaginar su vida”. Tras ese primer impulso, Andrea Segre quiso preguntarse desde el cine cuáles son las relaciones entre los individuos y las diferentes identidades culturales en un mundo “que tiende cada vez más a crear ocasiones para la contaminación y la crisis de identidad”. La respuesta fue saliendo poco a poco y el pequeño pueblo de Chioggia ayudó a ello.

Chioggia, el lugar perfecto

La película está ambientada en el pequeño pueblo de Chioggia, una ciudad laguna “con una fuerte identidad social y territorial.  El Véneto es una región que ha experimentado un vertiginoso crecimiento económico, pasando en muy poco tiempo de ser una tierra de emigración a una tierra de inmigración. Chioggia era el lugar perfecto para narrar este proceso incluso con más énfasis”. Un proceso que el director ha explorado en sus películas documentales, donde ha tratado en los últimos diez años el tema de la emigración hacia Europa. “Mi experiencia en el mundo del cine documental me ha permitido apreciar no sólo la historia de lo que es real. Dentro de lo que es real me ha ayudado a entender cómo es posible descubrir la dimensión íntima y profundamente humana de la realidad, y también de los temas urgentes y candentes que vivimos en la sociedad de hoy”.     Dirección: Andrea Segre. Guion: Marco Pettenello y Andrea Segre. Producción: Franceso Bonsembiante de Jolefilm. Fotografía: Luca Bigazzi. Montaje: Sara Zavarise. Música: François Couturier. Reparto: Zhao Tao, Rade Sherbedgia, Marco Paolini, Roberto Citran y Giuseppe Battiston. Distribuidora: Festival Films. Estreno: 26 de octubre. www.festival-films.com