Eric vive una grave crisis cuando tiene que volver a su pueblo para asistir al funeral de su abuela Teresa. Allí descubre una relación de la que no sabía nada, la de su abuela con Samir, el frutero de la localidad. Teresa era modista y conoció a este hombre que, en realidad, era sastre en su país, Pakistán, antes de tener que salir de allí.

Escrita por el director junto a Mila Luengo y María Mínguez, la película está inspirada en la vida de la abuela del director, una mujer que en su juventud emigró a París, donde trabajó como modista hasta que años después regresó de nuevo a su pueblo.

Aquí, los personajes pertenecen a tres generaciones diferentes de emigrantes, personas que en distintos momentos de la historia se convirtieron “en forasteros”. Ellos son “Enric, un joven del pueblo que ha decidido irse a vivir a Manchester; Samir, un pakistaní que ha montado una tienda de frutas en el pueblo pero que en realidad era sastre de profesión, y la historia de mi abuela que emigró de joven a París donde trabajó como modista y años más tarde regresó a su pueblo natal. En la película unimos estas tres historias para reflexionar sobre cómo nos relacionamos con personas con las que no compartimos una misma historia y cultura”.

“Ser forastero no está bien visto. Como en las películas del oeste, los forasteros despiertan ciertos recelos en los locales que piensan que han venido a robarles las cosas que por nacimiento les tocan: el trabajo, las tierras, los amores... Pero hay muchas formas de ser forastero y, sin saberlo, muchas personas de nuestra tierra lo han sido en su momento, lo siguen siendo y puede que lo sean en el futuro”.