‘CAFARNAÚM’ / La cineasta libanesa, primera directora árabe que aspira al Oscar, conquistó el Premio del Jurado en el Festival de Cannes con esta película sobre la infancia y los niños ‘olvidados’ del sistema. www.cinesrenoir.com

Cafarnaúm cuenta la historia de Zain, “un chico de 12 años, que decide demandar a sus padres por haberlo traído al mundo cuando no pueden criarlo adecuadamente, ni tan siquiera darle amor. La batalla de este chico maltratado, cuyos padres no han cumplido con su obligación, representa el grito de todos aquellos que nuestro sistema deja de lado. Una acusación universal vista a través de unos ojos inocentes...”

Así explica la cineasta libanesa Nadine Labaki las intenciones de su nueva película, un trabajo con el que da voz a quienes no la tienen, los millones de niños de este planeta que nacen y que quedan abandonados o sin amor y los cuidados necesarios por parte de sus padres. Es un grito de denuncia contra la miseria y este sistema que les desprecia. Una película necesaria y urgente que habla por los más desfavorecidos y frágiles.

“Para mí el cine es un medio que sirve para poner en cuestión lo que me rodea, a mí misma, al sistema actual, ofreciendo mi punto de vista sobre el mundo en el que vivo”

En Cafarnaúm, el protagonista es un pequeño de doce años, Zain, que demanda a sus padres ante el Tribunal Internacional por “haberle dado la vida”. La pobreza impide a sus padres ocuparse como es necesario de sus hijos y tomar decisiones gravísimas para intentar paliar la situación.

Zain al Rafeea es el niño protagonista de esta película, en la que todos los actores son debutantes y no profesionales, con una única excepción, la de la propia directora, Nadine Labaki, que interpreta un pequeño papel en la sala donde se celebra el juicio que da pie a toda esta historia.

“Elegí usar mi profesión como arma, con la esperanza de causar un impacto en la vida del niño, aunque solo sea ayudando a las personas a tomar conciencia de la situación”

“Para mí el cine es un medio que sirve para poner en cuestión lo que me rodea, a mí misma, al sistema actual, ofreciendo mi punto de vista sobre el mundo en el que vivo. A pesar de que en mis películas, Cafarnaúm en particular, describo una realidad inquietante y cruda, soy profundamente idealista en la medida en que creo en el poder del cine –dice Labaki-. Estoy convencida de que las películas pueden, a falta de cambiar las cosas, al menos ayudar a abrir un debate o para hacer que la gente piense”.

“En Cafarnaúm, en vez de lamentarme sobre el destino de este niño que vi en la calle y sentirme aún más impotente de lo que ya estoy, elegí usar mi profesión como arma, con la esperanza de causar un impacto en la vida del niño, aunque solo sea ayudando a las personas a tomar conciencia de la situación –concluye-. El desencadenante fue mi necesidad de poner el foco en la cara oculta de Beirut (y de la mayoría de las grandes ciudades), infiltrarme en la vida cotidiana de aquellos para los que la miseria es como un destino del que no pueden escapar”.