“Comedia negra, crimen queer, pulp tórrido, dramas familiares y thrillers de venganza para explorar las fuerzas destructivas y embriagadoras del exceso, la ambición y el amor loco”. Así define su segundo largometraje la directora británica Rose Glass, que debutó con ‘Saint Maud’, un relato de terror psicológico que bebía de los clásicos del género de los años 70.

En este nuevo filme, la cineasta da un giro radical. Con un guion escrito junto a Weronika Tofilska, abandona los espacios claustrofóbicos de su ópera prima y se lanza a paisajes abiertos del oeste americano, para invadirlos de violencia, sangre y sudor.

"Probar algo diferente me pareció un reto saludable. En cuanto a la historia en sí y a la decisión de coescribirla, la colaboración siempre aporta algo nuevo y emocionante a la mesa. Sabía que quería hacer algo pulp y grandilocuente con mucho humor negro", dice la directora.

Y, a pesar de las diferencias, Glass asegura que ambas películas comparten ciertas cosas. “Ambos tratan sobre personas que intentan transformarse a sí mismas y las dinámicas de poder de las relaciones muy íntimas. Excepto que esta vez es como, 'si crees que estar solo es difícil, ¡entonces intenta estar enamorado!’ Muy a menudo el amor romántico se presenta como la máxima aspiración, lo que te transformará para mejor, pero la realidad es más complicada. Sangre en los labios juega en esa zona gris: las cualidades egoístas y parasitarias del amor y las formas en que puede hacerte sentir emocionado, enfermo y aterrorizado, todo al mismo tiempo".