Estrenada en el Festival de Cannes, la película es un retrato muy personal de Anselm Kiefer (Donaueschingen, 1945), uno de los grandes artistas alemanes del último siglo. Wenders se sumerge en la obra del artista con su cámara, con la que persigue la trayectoria vital de Kiefer.

La inspiración de la que nacen sus obras y su proceso creativo están también en este filme, que explora su fascinación por el mito y la historia que tiene el artista. “El pasado y el presente se entrelazan para desdibujar los límites entre el cine y la pintura, permitiendo una inmersión en el extraordinario mundo de uno de los más grandes artistas contemporáneos”.

La película aprovecha otra fascinación, la que siente el cineasta por las obras del pintor y escultor, que ya le impresionó cuando el conoció en una gran exposición en la Neue Nationalgalerie de Berlín. “Me quedé impresionado cuando vi la exposición, fue absolutamente fantástico y revelador”.

La relación se enfrió durante unos años, cuando Anselm Kiefer se fue a vivir a Francia, pero al reencontrarse ambos creadores retomaron la idea de hacer esa película de la que tantas veces habían hablado.