‘YUCATÁN’ / El cineasta Daniel Monzón mete en un barco de crucero a dos estafadores profesionales, Luis Tosar y Rodrigo de la Serna, y a unos cuantos peculiares turistas. www.cinesrenoir.com

Luis Tosar y Rodrigo de la Serna son los dos actores protagonistas de la nueva película del director y guionista Daniel Monzón (El Niño, Celda 211…), Yucatán, donde interpretan a Lucas y Clayderman, dos estafadores, profesionales del engaño a turistas ingenuos, que hacen sus trabajos en cruceros de lujo.

Ahora ambos han vuelto a reencontrarse a su pesar. Hace tiempo su sociedad se fue al garete cuando se enfrentaron a causa de Verónica, la bailarina del barco. Desde entonces habían trabajado por separado. Lucas, en cruceros por el Mediterráneo, y Clayderman, a bordo de los barcos del Atlántico.

“Esta película es una comedia de estafadores, que en estos días es casi como decir una comedia documental”

Sin embargo, un suculento botín empuja a Lucas a romper el trato y embarcar en un crucero del territorio de su ex socio. La travesía, de Barcelona a Cancún, pasando por Casablanca, Tenerife, Brasil y la selva de Yucatán, se convertirá en una pelea sucia entre ellos, con trampas, engaños y golpes muy bajos.

Stephanie Cayo, en el papel de Verónica, la mujer por la que se provocó el enfrentamiento entre los protagonistas, y los intérpretes Joan Pera, Gloria Muñoz, Toni Acosta y Jorge Asín completan el reparto de esta película, donde conviven la comedia y el drama, además de tener notas de musical y cine de aventuras.

“Muchos de los personajes de la película están comidos por la codicia, una de las pulsiones que mueven el mundo. Dicen que el amor es otra"

“Es una comedia de estafadores, que en estos días es casi como decir una comedia documental”, dice Daniel Monzón, que añade: “Muchos de sus personajes están comidos por la codicia, una de las pulsiones que mueven el mundo. Dicen que el amor es otra. Lucas, Clayderman, Verónica, Antonio, Carmen, Leticia, Brendon, Ernesto, Fede y los demás se enfrentan cada uno a su manera al poderoso influjo de estos dos grandes motores, el corazón y el dinero, o al contrario”.

“Como toda película itinerante, en este caso marítima, también es un viaje emocional”, afirma el cineasta que subraya que Yucatán es “un divertimento preparado sin el menor complejo para el disfrute -como el propio pianista del crucero le dice al público al principio- pero que trata de no olvidarse de conmover por el camino, de intentar que sus personajes le importen a uno, porque de lo contrario sería un viaje hacia ninguna parte”.