Mar Coll y Valentina Viso son las autoras del guion de esta película, un trabajo audaz y arriesgado, en el que se muestra la historia que no se cuenta, la que no se quiere escuchar, la de una madre arrepentida que no consigue conectar con el bebé que acaba de nacer.

Salve María nació de la realidad misma de la directora cuando fue madre y se dio cuenta de que la maternidad era, en sus propias palabras, “lo más difícil con lo que he tenido que lidiar hasta ahora, lo suficientemente difícil como para sentir que mi mundo tambaleaba en mi nueva e irreconocible vida”.

Los pensamientos entonces sobre otras mujeres que son madres en condiciones especialmente desfavorables se añadieron a aquella certeza. “Pensaba en la cantidad de mujeres que son madres en condiciones mucho más adversas, las que son más inestables, o que están más solas, las que no tienen recursos económicos o las que ya han tenido dificultades para asumir previamente otros retos en los ámbitos de la pareja, el trabajo, la familia o la amistad”.

“La maternidad, ha sido una experiencia francamente alejada de la plenitud prometida que supuestamente tenía que irradiar de un vínculo basado en el amor incondicional”, confiesa la cineasta, que se interesó inmediatamente por el libro de Katixa Agirre, en el que retrataba a madres “que no respondían al modelo ideal y que no me parecieron en absoluto malvadas, sino humanas y reconocibles. Incluso aquellas que eran capaces del más terrible de los actos, el infanticidio, no me provocaban rechazo, sino compasión. Algo que hubiera sido difícil tiempo atrás”.

La protagonista de esta película es una de estas madres, una madre arrepentida. “¿Cómo se puede renegar de un bebé, la cosa más desvalida, inocente y pura que hay? Pues el caso es que se puede. Pero la maternidad ha sido tan infrarrepresentada y de forma tan parcial bajo una luz a menudo almibarada, que cualquier experiencia disonante ha sido sepultada por el tabú”.