‘YULI’ / Icíar Bollaín cuenta la historia del gran bailarín cubano Carlos Acosta, el primer negro que interpretó un papel escrito originariamente para un blanco. www.cinesrenoir.com

El guionista Paul Laverty se alzó con el Premio al Mejor Guion en la pasada edición del Festival de San Sebastián por este trabajo, una historia inspirada en la autobiografía de Carlos Acosta, una de las grandes estrellas de la danza y el primer bailarín negro de la historia que ha interpretado personajes destinados originariamente a blancos.

Rodada en Madrid, Londres y Cuba, la película significa un nuevo camino narrativo en la trayectoria de la cineasta que juega aquí con distintos géneros y con una estructura diferente. Narrada desde la actualidad, desde un teatro de La Habana Carlos Acosta, que se interpreta a sí mismo, dirige un espectáculo de danza sobre su propia vida.

“Lo primero y más obvio que me fascinó del personaje de Carlos Acosta es el hecho de que no quisiera bailar”

Las coreografías que aparecen en la película, obra de María Rovira con música de Alberto Iglesias, se mezclan con flash-backs sobre el pasado del personaje, cuando es un niño en un barrio pobre de La Habana (interpretado por Edlison Manuel Olbera Núñez), y ya en su juventud (con la participación de Keyvbin Martínez, bailarín de la compañía de Acosta en Cuba).

El título de la película responde al mote que le pone a Carlos Acosta su padre, Pedro (personaje en manos de Santiago Alfonso, coreógrafo cubano). Desde pequeño, Yuli huye de cualquier forma de disciplina o educación, y es en las calles de un barrio humilde de La Habana donde lo aprenderá casi todo. Pero Pedro sabe que su hijo tiene un talento natural y le obliga a asistir a clase en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba.

“No es la historia de una vocación al uso, sino al contrario, es la de alguien que se convirtió en bailarín a su pesar, empujado por su padre”

Contra su voluntad y a pesar de su indisciplina inicial, Yuli termina cautivado por el mundo del baile. Ya desde la infancia empezará a forjar su leyenda como uno de los mejores bailarines de su generación, a menudo rompiendo tabúes y llegando a ser el primer artista negro que hará de Romeo en el Royal Ballet de Londres, donde se labrará una carrera legendaria como primer bailarín durante diecisiete años

“Lo primero y más obvio que me fascinó del personaje de Carlos es el hecho de que no quisiera bailar. Porque no es la historia de una vocación al uso, sino al contrario, es la de alguien que se convirtió en bailarín a su pesar, empujado por su padre. De ahí nace una confrontación intensa que Paul (Laverty) en el guion convierte en el eje de la película: la relación de amor odio de Carlos con su padre, a quien a pesar de todo, Carlos dedicó su autobiografía”.