Con guion de Gabriel Sherman, la película se centra en la relación que mantuvo un joven Donald Trump con Roy Cohn, un despiadado abogado que ayudaría a crear al Donald Trump que conocemos hoy.

“La gente piensa en Trump como una máquina de indignación, una figura odiosa y divisiva, y en muchos sentidos es como un actor interpretando un papel, pero lleva tanto tiempo interpretándolo que se ha convertido en su identidad”, dice el guionista Gabriel Sherman, que continúa: “Pero cuando tenía veinte años y estaba empezando, era una persona mucho menos formada. Era agresivo y ambicioso. Pero si ves sus primeras entrevistas, te das cuenta de que habla en voz baja, algo dubitativo. Tiene su encanto. Es un poco inseguro, lo contrario del hombre que conocemos hoy. Esa fue una de las partes más emocionantes del proyecto, explorar este lado de esta persona del que nadie habla realmente”.

La transformación se fue produciendo a medida que Trump seguía las indicaciones de Cohn, pero éste también mutó como consecuencia de aquella relación. “Sí, como en cualquier relación, la transformación va en ambos sentidos: no es sólo Donald quien se transforma por su relación con Roy, sino también Roy quien se transforma a través de esa relación. Espero que la gente, independientemente de lo que piense de Donald Trump, pueda ver la película y experimentar realmente esta relación. No pretende ser un ataque ideológico ni un debate polémico. Se trata de retratar cierta complejidad en estos seres humanos”, dice el director que ha aprovechado la película para hacer una crítica al sistema.

“Trump y Cohn son el producto de una cultura claramente estadounidense de ‘suma cero’. No importa dónde uno se encuentre en el espectro político estadounidense, tenemos que mirar eso, entenderlo y, de alguna manera, asumir la responsabilidad por ello”.