La directora y guionista Paula Ortiz firma la adaptación al cine de la obra de teatro La lengua en pedazos de Juan Mayorga, en la que se narra el encuentro de Teresa de Jesús con el Inquisidor, un encuentro en el que se recorre su vida desde la infancia. El guion es obra de la propia directora y de Javier García Arredondo.

Con el sello inconfundible de Paula Ortiz, con imágenes preciosistas muy cuidadas, la película repasa la vida de esta mujer, en manos de la actriz Blanca Portillo. Ainet Jounou da vida a Teresa de Jesús en la infancia y Greta Fernández, en la juventud. El papel del Inquisidor está interpretado por Asier Etxeandía.

“Teresa es un duelo, un combate, una mirada a la luz y a la sombra. Una mujer que se enfrenta al peor de los juicios. Teresa es un viaje por la vida y la imaginación de una de las mujeres más apabullantes y abismales de la cultura occidental. El mundo de Teresa, el real y el imaginado, alza el mayor de los vuelos y baja hasta el peor de los infiernos, y en el camino nos ofrece las palabras más hermosas, los paisajes más intensos, y un reflejo actual, crudo y certero sobre nosotros mismos y nuestro mundo hoy”, dice Paula Ortiz.

“El motor de Teresa, su impulso vital, es la duda. Y una mujer que duda a cada instante es una criatura audaz y subversiva siempre. Nada hay más revolucionario que la duda. Y la determinación”, añade la directora, que concluye: “Teresa es una criatura de nuestro tiempo que nos lleva hasta los límites del lenguaje, nos instiga a la duda, nos invoca la belleza y nos sumerge en las sombras más innombrables del alma”.

“Veo en Teresa de Jesús una insurrecta, un ser a contracorriente en su tiempo y en el nuestro. Hoy, como entonces, Teresa es extraña y fascinante; hoy, como entonces, asombran su voluntad, indoblegable, y su palabra, violentamente hermosa”, dice Juan Mayorga, el autor del texto teatral. “Desde ese doble asombro escribí La lengua en pedazos. Imaginé que, de noche, la visitaba su enemigo más íntimo: el Inquisidor. El combate tenía lugar en la cocina del convento. Allí, entre pucheros, andaba Dios”.