Lily-Rose Depp, Nicholas Hoult y Bill Skarsgård son los protagonistas de esta nueva versión del mito del vampiro, escrita por el propio director y en la que muestra otra obsesión, la del aterrador vampiro enamorado de la joven que deja un rastro espantoso a su paso.

“El vampiro folclórico no es un elegante seductor vestido de esmoquin, ni tampoco es un atractivo y tenebroso héroe. El vampiro folclórico encarna la enfermedad, la muerte y el sexo brutal, despiadado. Y este era el vampiro que deseaba exhumar para un público actual”, dice Eggers, que explica por qué había de contarse de nuevo esta historia.

Nosferatu es el relato narrado desde el punto de vista de la mujer, Ellen, “lo más significante, en cuanto a la evolución de la historia, es que se trata de la película de Ellen. No solo es la víctima del vampiro, sino del siglo XIX. Es un relato sobre Ellen, por lo que hay un prólogo que empieza en su infancia, e inexplicables y aterradoras apariciones”.

“Hay algo en el guion y en la película es real, muy real, visceral y humano, y me parece sumamente interesante porque hablamos de demonios, de fantasmas, de otro mundo. Creo que eso es lo más aterrador del largometraje, el tremendo realismo de la pesadilla”, dice la actriz, a la que secunda su compañero Bill Skarsgård, que da vida al horrible conde Orlok.

Un monstruo que aparece en la pantalla transformado con las manos y las ideas de David White, desarrollador de efectos especiales y apasionado de los vampiros desde niño. Un creador de ilusiones que ha presentado a Orlok sin los clásicos colmillos de los vampiros del cine, “ahora son unos colmillos torcidos, un poco rotos, asimétricos, imperfectos y muy afilados”.