El actor y director Daniel Guzmán buscaba un joven para su debut en el largometraje, A cambio de nada. Una noche, a la salida de un teatro, en la madrileña calle de Arapiles vio a un grupo de chicos y les pidió que se acercaran. Le había interesado algo en la mirada de ese joven. Lo siguiente fueron tres pruebas, horribles, según han confesado el director, y un rodaje con un debutante que jamás había pensado en ser actor.

La película ganó el Premio Goya a la mejor dirección novel y el de mejor actor revelación. Fue el despegue profesional de Miguel Herrán, que después ha participado en muchos otros títulos, como en 1898: los últimos de Filipinas, El guardián invisible, Tiempo después, Hasta el cielo, Canallas o Modelo 77.