Felices setenta y seis - Ken Loach y el realismo social
Nov 11, 201200
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El pasado 25 de octubre los Cines Renoir cerraban un ciclo dedicado a las películas de Ken Loach. El director británico, que el próximo 16 de noviembre estrenará La parte de los ángeles, es uno de los máximos exponentes de una corriente que refleja la realidad social, de un cine que mira hacia abajo para mostrarnos la historia de los olvidados, de los nadie, de los condenados de la Tierra. Loach hoy cuenta setenta y seis años, pero sus películas continúan recordándonos que el cine no termina en una alfombra roja.
el cine comprometido siempre ha rivalizado con los gobiernos conservadores
Ken Loach es el heredero del cine político y social que durante los años sesenta y setenta realizaron directores como Gillo Pontecorvo o Constantin Costa-Gavras, este último aún en activo y a punto de estrenar en España Le Capital. Desde su primera película para la gran pantalla, Poor Cow (1967), un joven Loach inspirado por un contexto social favorable demostraba hacia dónde iba a estar dirigido su trabajo. Sin embargo, la llegada al poder de Margaret Thatcher supuso el mayor receso en la producción de un director prolífico, habiendo dirigido casi una treintena de películas en toda su carrera: el cine comprometido siempre ha rivalizado con los gobiernos conservadores, como demostró la persecución al Nuevo Cine Latinoamericano en pleno auge neocolonial. Bajo el mandato de ‘La Dama de Hierro’, entre 1979 y 1990, solo pudo realizar dos películas: La tierra de mi padre y Miradas y sonrisas, presentada con su nombre real, Kenneth Loach.
Reconocimiento internacional
La década de los noventa supuso un definitivo despegue en su carrera: Agenda oculta (1990) fue premiada con el Premio Especial del Jurado que otorga el Festival de Cannes, abriendo la veda a una condecorada trayectoria en los años posteriores que le confirmó como el icono referente de la corriente que se ha dado a llamar ‘realismo social’: Riff-Raff, Tierra y libertad o Mi nombre es Joe fueron algunos referentes antes de que El viento que agita la cebada (2006) recibiera la Palma de Oro, su galardón de mayor prestigio hasta hoy.
Si el Neorrealismo italiano sorprendió adoptando como norma general la utilización de actores no profesionales, Loach suele escoger para sus películas a intérpretes desconocidos para el gran público. Aunque esta tendencia cuenta con excepciones tan honrosas como las Adrien Brody, Eric Cantona o Cillian Murphy, gracias a su forma de trabajar Loach nos ha descubierto a talentos como el joven Martin Compston, cuando debutó de forma sorprendente al frente de Felices dieciséis, a Eva Birthistle gracias a su actuación en Sólo un beso o a Kierston Wareing por el papel protagonista de En un mundo libre.
Influencia
Junto a Ken Loach, un grupo de directores mantiene vivo el cine social
A pesar de lo difícil que es poner en marcha un estilo tan crudo, el de Ken Loach no ha sido un cine solitario. Cada época ha contado con un grupo de directores combativos, y alrededor del británico ha surgido una constelación de cineastas que dedican sus esfuerzos a mantener encendida esta llama. Los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne en Bélgica llevan más de dos décadas retratando la cara más dura de la juventud y ya han conseguido alzar dos Palmas de Oro gracias a Rosetta (1999) y El niño (2005). En nuestro país Fernando León de Aranoa, al igual que sus homólogos belgas, ya es un director y guionista reconocido por su cine enfocado a las prostitutas, a los parados o a los barrios marginales, como demuestran la Concha de Oro recibida por Los lunes al sol (2002) o el León de Plata que levantó por Barrio (1998) como mejor director. El italiano Gianni Amelio, autor de Lamérica (1995); o Robert Guediguian, que el año pasado estrenó Las nieves del Kilimanjaro (2011), son otros ejemplos de este cine árido que pone rostro a los invisibles.
En junio Ken Loach cumplió setenta y seis años sin intención de disminuir la intensidad de su trabajo: el próximo fin de semana se estrenará en nuestro país su nueva película, La parte de los ángeles. Felices setenta y seis, Ken.
Autor del artículo: Daniel Fernández López
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