Michel Gondry terminó su fantasiosa adaptación al cine de la novela de Boris Vian La espuma de los días escapándose a la campiña francesa con parte de su equipo de postproducción. Los productores estaban enojadísimos con él, que había superado el presupuesto y el tiempo de rodaje en mucho más de lo aceptable.

Acabada la película como él quería, se dio cuenta de que la obsesión que le había perseguido con aquel trabajo, para el que cada pequeño detalle se había convertido en una cuestión de vida o muerte, eran indicios de cierto delirio creativo. Debía parar aquello que había perjudicado a unas cuantas personas.

Dos años después rodó otra película y ahora, siete años más tarde, estrena El libro de las soluciones, una especie de mea culpa y de relectura de lo que ocurrió durante el rodaje y la postproducción de La espuma de los días. Aquí, el alter ego del cineasta es el actor Pierre Niney.

En esta ficción es Marc, un director que roba su propia película de un estudio cuando los ejecutivos intentan quitársela y huye al campo, a casa de su tía, para poder terminarla como él quiere. En el proceso, este artista consigue frustrar a su equipo, incluido a la mujer que trabaja siempre con él como montadora.

El caos le conduce a buscar una solución y comienza a escribir El libro de las soluciones, una guía con unos cuantos consejos prácticos -dibujos y gráficos- que le pueden ayudar a reconducir la situación y, de paso, a terminar la película. Por supuesto, tiene que disculparse una y otra vez con sus colaboradores.