Noora Niasari tenía cinco años cuando vivió su “primera experiencia de libertad”. Entonces vivía con su madre en un refugio para mujeres en Australia, muy lejos de la familia de Irán. “Las mujeres como mi madre fueron condenadas al ostracismo por reivindicar unos Derechos Humanos básicos. El derecho a pedir el divorcio, a tener la custodia de sus hijos, a elegir cómo vestirse, a bailar en la calle, a dejarse llevar por el viento y a tomar aire y exhalar. Eso es todo lo que mi madre quería, esas libertades básicas, para ella y para su hija. Encontró esas libertades para nosotros en Australia”.

Ahora, la cineasta ha construido una historia sobre algunos de aquellos recuerdos de infancia, una película que está dedicada a su madre y a “las valientes mujeres y niñas de Irán. Nunca imaginé que llegaría un día en el que una revolución liderada por mujeres se impondría en Irán como lo está haciendo hoy. Estoy asombrada por los millones de madres e hijas que luchan por estas libertades”.

“Cuando leímos Shayda, supimos inmediatamente que Noora iluminaría todos los matices de su desgarradora y triunfante historia. Ambientada en Australia en la década de 1990 y contada a través de los ojos de una niña, la película de Noora, da testimonio de la dolorosa vulnerabilidad de esas personas que quisiéramos que fuesen las más invencibles: nuestros padres”, dicen los responsables de la producción, quienes añaden: “Ahora, tras la revolución sísmica de las mujeres que se está produciendo a medio mundo de distancia, en Irán, la película traslada estas emociones personales íntimas a una conversación cultural global”.

“La película no es sólo una desgarradora historia personal sobre la definición del propio camino, sino también un examen de las fuerzas sociales y culturales que se oponen a nuestra heroína, Shayda, a la que da vida con ternura la magnífica actriz Zar Amir Ebrahimi”.