Hay frases en la historia de la literatura que han quedado grabadas en el imaginario colectivo hasta el extremo de que prácticamente todo el mundo las reconoce, pero no todos son capaces de decir a qué obra pertenecen o quién las escribió. En el cine, los propios profesionales admiran mucho a sus colegas que son capaces de crear lo que ellos llaman “una imagen de cine”. Janet Leigh gritando dentro de la ducha, en Psicosis, de Hithcock, o Anita Ekberg dentro de la Fontana de Trevi en La dolce vita, de Fellini, serían en popularidad el equivalente al comienzo de El Quijote, de Cervantes. Para acompañar ese gran inicio -En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor”-, unas cuantas “imágenes inmortales del cine”.
‘Lo que el viento se llevó’ (Victor Fleming, George Cukor y Sam Wood, 1939)
‘La tentación vive arriba’ (Billy Wilder, 1955)
‘Con la muerte en los talones’ (Alfred Hitchcock, 1959)
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