‘LA TRAGEDIA DE PETERLOO’ / El cineasta Mike Leigh rescata la historia de la masacre de Peterloo en 1819, los inicios del movimiento obrero británico. www.cinesrenoir.com

El cineasta británico Mike Leigh, uno de los nombres más importantes del cine europeo y mundial, se ha adelantado unos meses al bicentenario de la masacre de Peterloo, un capítulo esencial del nacimiento del movimiento obrero en Gran Bretaña con el que demuestra cuánto tenemos siempre que aprender de la Historia.

Con una energía impresionante, el director y guionista relata cada detalle de lo ocurrido en 1819 en Manchester en esta película, en la que, como es habitual en toda su filmografía, pone el acento en la solidaridad y la fuerza de la comunidad y muy especialmente en el poder del individuo y su humanidad.

La tragedia de Peterloo cuenta lo que sucedió en Peterloo en 1819, cuando una manifestación pacífica a favor de la democracia en Manchester se convirtió en uno de los episodios más sangrientos y notorios de la historia británica. Unos hechos que desgraciadamente han sido bastante desconocidos hasta ahora.

Las fuerzas del gobierno británico cargaron contra una multitud de más de 60.000 personas que se habían reunido para exigir una reforma política y para protestar contra el aumento de los niveles de pobreza. La tragedia de Peterloo fue un momento decisivo en la democracia británica y fue el inicio de la fundación del periódico The Guardian.

Rory Kinnear, en el papel del engreído orador Henry Hunt, lidera el reparto de una película fundamentalmente coral, en la que el resto del reparto artístico está compuesto por nombres de intérpretes como lo de Maxine Peake, Rachael Finnegan, Robert Wilfort, Karl Johnson o Tom Meredith.

“Ciertamente fue una masacre. Al menos 15 personas, entre ellas una mujer y un niño, murieron a causa de cortes de sable o fueron pisoteadas. Y más de 600 hombres, mujeres y niños resultaron gravemente heridos. En un momento de mayor tensión política y protestas masivas, el gobierno de Lord Liverpool, considerado hasta la fecha como el más represivo que sufrió Inglaterra, creía que estaba a punto de estallar una rebelión nacional, en imitación a la sangrienta Revolución Francesa veinte años antes”.

En todo el país, sobre todo en las zonas urbanas en crecimiento, se había gestado un resentimiento masivo por el hecho de que sólo el 2% de la población tenía derecho al voto, y había una enorme frustración ante las malvadas Leyes del Maíz que, para proteger a los terratenientes ricos, prohibieron la importación del grano extranjero económico, por lo que el pan estaba demasiado caro para los pobres.