Claude Lanzmann, autor de la épica Shoah -casi diez horas de testimonios sobre el Holocausto-, vuelve con El último de los injustos al mismo territorio del horror. La película recupera las entrevistas que hizo a Benjamin Murmelstein, el último presidente del Consejo Judío del campo de concentración de Theresienstadt.
Presentada en el Festival de Cannes fuera de competición, la película recupera la historia del horror de Theresienstadt (Terezín), un guetto al que Eichmann llamó ‘gueto modelo’ y que concentró algunos de los mayores espantos perpetrados por los nazis. Además,
El último de los injustos se puede ver como la oportunidad que Claude Lanzmann da a Benjamin Murmelstein para que explique cómo consiguió salir vivo de aquel infierno y cómo logró salvar a miles de judíos.
Murmelstein es el último presidente del Consejo Judío del campo de concentración de Theresienstadt y el único superviviente entre los que ocuparon ese cargo, circunstancia que le hizo merecedor de sospechas y recelos. Considerado como un traidor y un colaboracionista por muchos de los suyos, fue juzgado al final de la guerra y absuelto. Marchó al exilio a Roma, donde Lanzmann le hizo estas entrevistas en 1975.
“Me impresionaron su rapidez de reflejos, sus conocimientos y su inteligencia. Sobre todo, me parecía que era totalmente sincero”
“Los colaboradores genuinos, refiriéndome así a los que compartían la ideología nazi, como los colaboradores franceses, por ejemplo, no existían entre los judíos, excepto quizá en Varsovia, entre el pequeño grupo conocido como los Trece porque tenían la sede en el número 13 de la calle Leszno. Su líder era un tal Gancwajch, un traidor e informante de los alemanes. Pero su caso es prácticamente único”, explica Lanzmman.
“Los demás fueron designados por los alemanes y negarse a aceptar el cargo significaba la muerte –continúa el cineasta-. Intentaron salvar algo; ellos creían que los alemanes eran racionales, pensaban que necesitaban el trabajo de los judíos y por eso, si trabajaban, no los matarían. Se equivocaban. Matar judíos era prioritario. El caso de Murmelstein es diferente. Me impresionaron su rapidez de reflejos, sus conocimientos y su inteligencia. Sobre todo, me parecía que era totalmente sincero. A menudo me decía: ‘No teníamos tiempo para pensar’. Aquella era toda la perversión de los nazis, siempre emitiendo órdenes nuevas para que se cumplieran al instante, pero cada una de ellas era igual de imposible que la anterior”.
“En cierto momento no tienes más elección que claudicar y obedecer, cualquier resistencia es imposible”
“Murmelstein asumió enormes riesgos gracias a los que consiguió que sus perseguidores perdieran el rastro a 120.000 judíos austriacos; y lo que relata es una magistral clase de historia. En Sobibor, los hombres que se rebelaron y consiguieron asesinar a los guardias del campo eran soldados u oficiales judíos del Ejército Rojo, profesionales que estaban acostumbrados a utilizar las armas, la violencia y la fuerza. De hecho, solo 50 de ellos consiguieron sublevarse. Los 1.250 restantes fueron enviados a la cámara de gas. En realidad, no había posibilidad de rebelión”, sentencia el cineasta, que ha dedicado toda su vida a la recuperación de la memoria del Holocausto.
“Una de las lecciones que se aprenden en
El último de los injustos, en mi opinión, es que en cierto momento no tienes más elección que claudicar y obedecer; cualquier resistencia es imposible. Sin embargo, Benjamin Murmelstein luchó sin descanso contra los asesinos hasta el final. Como él mismo dijo, los nazis querían convertirlo en una marioneta, pero la marioneta había aprendido a tirar de sus propios hilos”.
Dirección: CLAUDE LANZMANN. Guion: CLAUDE LANZMANN. Producción: DAVID FRENKEL, JEAN LABADIE Y DANNY KRAUSZ. Fotografía: CAROLINE CHAMPETIER Y WILLIAM LIBTCHANSKY. Montaje: CHANTAL HYMANS. Testimonios de: BENJAMIN MURMELSTEIN Y CLAUDE LANZMANN. Distribuidora: Avalon. Estreno: 10 de enero de 2014. www.avalon.me
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