León de Plata a la Mejor Dirección (Paul Thomas Anderson) y Copa Volpi al Mejor Actor (exaequo para Philip Seymour Hoffman y Joaquin Phoenix) en el 60 Festival de Cine de Venecia.
En Hollywood se levantó una gran polémica cuando se supo que Paul Thomas Anderson, uno de los cineastas más sorprendentes de los últimos tiempos, iba a rodar una película inspirada en la figura de Ron L. Hubbard, el fundador de la Cienciología. Cuando
The Master se presentó en la pasada edición del Festival de Cine de Venecia se destaparon todas las incógnitas sobre las que habían crecido rumores y acusaciones. Efectivamente, la película bebe de la vida del creador de la Dianética, sin embargo, Thomas Anderson solo lo utiliza como herramienta. Es, sin duda, el personaje óptimo para contar lo que el cineasta quiere, pero éste no desperdicia el valiosísimo tiempo de esta obra en desprestigiar a Hubbard ni a su ‘iglesia’.
The Master se cierra como un preciado y profundo estudio de las relaciones humanas, reveladas a través de la atracción entre dos tipos, que en su vínculo se muestran verdaderamente humanos, como muy pocas veces lo ha hecho antes el cine.
The Master se cierra como un preciado y profundo estudio de las relaciones humanas
El trabajo de Philip Seymour Hoffman y Joaquin Phoenix es el motor vital de toda esta máquina. El primero interpreta a Lancaster Dodd, el líder de La Causa (nombre en la ficción de esta ‘iglesia’ basada en la Dianética), el segundo es Freddy Quell, un tipo que regresa de la guerra completamente perdido y que avanza en una carrera de autodestrucción. Un recorrido que se ralentiza cuando encuentra a Dodd. Este decide ‘sanar’, reconstruir el cuerpo y el alma de Freddy Quell, que por fin ha encontrado alguien en quien creer. La desesperada necesidad de este hombre por creer en ‘el Maestro’ y la anhelante exigencia que éste se impone por conseguirlo perfilan la relación entre ambos. Una atracción que se sostiene sobre la ira, la furia, que es inevitable y apasionada, y que los dos pretenden mantener aunque sepan que eso es una meta imposible.
El nervio, la energía que hay en esa relación extrema se advierte en cada secuencia
Los dos actores han dado a Paul Thomas Anderson, a su película, a la historia y a los personajes muchísimo más de lo que, seguramente, el director había esperado de ellos. Ambos consiguen hacer daño al espectador, para que luego se recupere y vuelta a empezar. El nervio, la energía que hay en esa relación extrema se advierte en cada secuencia. Estos tipos se miran fieramente, ruedan abrazados por el suelo, se retan, se agreden, se consuelan… Seymour Hoffman y Phoenix se lanzan sin red durante toda la película, una vez detrás de otra.
Paul Thomas Anderson juega en una liga especial y exige certificado de compromiso a los espectadores
The Master, la evidencia de que Paul Thomas Anderson juega en una liga especial, exige certificado de compromiso a los espectadores, no es complaciente con ellos, pero les ofrece mucho más de lo que pueden esperar. Poco a poco, el cineasta va atrapando en su red de hermosísimas imágenes y magistrales interpretaciones a los espectadores, que entran en un juego de aspiración y dolor, portentosamente humano.
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