Joaquin Phoenix, uno de los actores más brillantes de los últimos decenios, se merecía una gran historia, un personaje sugerente y un equipo que le quisiese y creyese en él para volver al cine. Con The Master, de Paul Thomas Anderson, donde se la juega cara a cara con el inmenso Philip Seymour Hoffman, le ha llegado todo eso.
“Ya no quiero interpretar el personaje de Joaquin. Quiero ser lo que sea que soy”. Joaquin Phoenix anunció que se retiraba del cine en octubre de 2008. Había conseguido ya, con 34 años, un Globo de Oro, era una gran estrella de Hollywood que se había ganado la atención de público y crítica y el acoso permanente de la prensa. Dijo que abandonaba la interpretación, que estaba harto de interpretar a un actor, que había terminado por no ser él, que se había apartado de su verdad.
Entonces se lanzó a un experimento que hizo añicos su prestigio, la película
I’m Still Here, un documental –falso o no- dirigido por su cuñado Cassey Affleck, con la que su lado oscuro engordó notablemente, hasta convertirle en el hazmerreír de sus compañeros de Hollywood, y con la que se cerró prácticamente cualquier puerta para volver a ponerse frente a las cámaras. Allí estaba, sin embargo, una de las mejores interpretaciones de la historia. De una forma u otra, la película era un escenario privilegiado desde el que se ofrecía el espectáculo, unas veces fascinante y otras, bochornoso, de la trastienda de la creatividad, la ambición y el ego.
“Sólo estoy atascado en esta maldita prisión ridícula, autoimpuesta de caracterización, ¿sabes? Me ocurrió de joven. Es como la gallina o el huevo. No sé qué vino primero... si dijeron que yo era emotivo, intenso y complicado o si yo era realmente complicado e intenso y entonces ellos respondieron a ello. Una vez que respondieron a ello, entonces respondí a lo que decían. Y sí, lo utilicé de cierto modo. Y hay... yo... me avergüenzo de eso”.
"Ya no quiero interpretar el personaje de Joaquin. Quiero ser lo que sea que soy"
Había en aquella película cierta profundidad, amagos de locura, sí, pero también de honestidad, que resultaban deslumbrantes, hipnóticos. A medida que avanzaba el relato, el aspecto desaliñado, sucio y desagradable del intérprete iba empeorando hasta convertirse en señuelo perfecto para sus antiguos compañeros, actores y actrices muy populares que no dudaron en hacer siempre que pudieron parodia del comportamiento de Phoenix y sus excentricidades. La gala de los Oscar de aquel años se convirtió en el escenario perfecto para que Steve Martin, Alec Baldwin, Natalie Portman… hicieran burlas despiadadas de él. Pero la bufonada, al ver en este documental a Joaquin Phoenix observándoles y, sobre todo, al comprobar que no había huido de ello, terminaba contaminándoles a ellos. No perdonaban a alguien que fue uno de ellos (tal vez lo seguía siendo) y que criticaba abiertamente la soberbia, la altivez, la futilidad y la gran mentira que se vive en Hollywood.
“Me encantan esos raros momentos puros entre ¡Acción! y ¡Corte! Pero todo lo demás era una absoluta miseria para mí. Hablamos de ser esta expresión creativa... Y realmente eres sólo un maldito títere, eres este maldito muñeco estúpido que se pone lo que alguien más le dice que se ponga, se para donde alguien más le dice que se pare, dice lo que alguien más te dice que digas. Eso no es expresión. No es creatividad. Y tengo más que eso para ofrecer”.
"Todo lo que puedes hacer es hacer algo por ti mismo. Creer en ello, amarlo"
Joaquin Phoenix, uno de los actores más brillantes de los últimos decenios, pedía trabajo desde aquel experimento, en la pantalla, al final de la película. Se daba cuenta de que no podía vivir sin trabajar, de que necesitaba dinero, pero entonces, ya había quemado todas sus naves. Paul Thomas Anderson, ajeno a la leyenda, los rumores y las advertencias, siempre le había perseguido y, por fin, consiguió embarcarle en uno de sus proyectos,
The Master. Phoenix ha conseguido lo que no logró encontrar antes en el cine en Estados Unidos, un camino para expresar su creatividad, sin sentirse atado a los caprichos de un director o de un estudio.
“Todo lo que puedes hacer es hacer algo por ti mismo. Creer en ello, amarlo. Y luego ponerlo en el mundo y esperar que a la gente le guste, que lo ame”.
Biofilmografía: Joaquin Phoenix (San Juan de Puerto Rico, 1974) comenzó muy pronto su trabajo como actor, con apariciones en series como
Canción triste de Hill Street, The Fall Guy y
Morningstar / Eveningstar. Esas intervenciones le abrieron el camino del cine, donde debutó en
S.O.S. Equipo azul (1986), a la que siguió
Rusos (1987) y
Parenthood, la comedia de Ron Howard. Unos años después y junto a Nicole Kidman protagonizó
Todo por un sueño, la película que rodó Gus Van Sant en 1995.
El secreto de los Abbot y
U-Turn, giro al infierno fueron otros de los títulos en los que trabajó. En 1998 coprotagonizó con Vince Vaughan
Regreso al paraíso y
Demasiado profundo. La siguiente película que hizo fue el ‘thriller’ de Joel Schumacher,
Asesinato en 8mm (1999). Un año después, obtuvo su primera candidatura al Oscar, por su papel de Cómodo en
Gladiator. Además de aspirar al Oscar, el Globo de Oro y el Premio BAFTA de la Academia Británica, recibió los premios como Mejor Actor de Reparto del National Board of Review y la Asociación de Críticos de Cine. En 2000, con
Quills, Phoenix ganó un Broadcast Film Critics Award como Mejor Actor de Reparto. Ese mismo año, protagonizó junto a Mark Wahlberg, la película de James Gray,
La otra cara del crimen, a la que siguieron dos películas de M. Night Shyamalan:
Señales (2002) y
El bosque (2004). En 2006, Phoenix consiguió el Oscar por su interpretación de Johnny Cash en
Contra las cuerdas. Por este papel también conquistó un Globo de Oro como Mejor Actor en un musical y fue candidato a los BAFTA y a los Premios del Sindicato de Actores, de la Asociación de Críticos Cinematográficos y de la Asociación de Críticos de Chicago. Otras producciones en su carrera son
Buffalo Soldiers, It's All About Love, Brigada 49 y
Hotel Rwanda. La última película que hizo antes de anunciar su retirada fue
Two Lovers.
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